El semillero
arquitectura que acompaña, no que impone.
Nuestro estudio nació casi por azar, del cruce de caminos entre Tania y Eneko y de una decisión compartida:
dedicarnos de lleno a la arquitectura.
Ese azar se transformó en vocación y en una manera de entender el oficio como algo más que
la simple construcción de espacios.






No creemos en la arquitectura impersonal ni repetitiva.No pretendemos inventar nada, sino redescubrir lo que ya existe, darle un giro inesperado a lo habitual.
En cada proyecto buscamos un equilibrio entre la técnica y el rigor,
y esa chispa particular que lo convierte en algo único y propio.
Nuestra labor no se limita a los interiores.
Nos gusta pensar en la arquitectura como un diálogo amplio, que abarca también el espacio urbano
y la rehabilitación de lo que ya tiene historia y memoria. 






Creemos en devolver vida a lo que parecía perdido, en tender puentes entre lo antiguo y lo contemporáneo,
en escuchar a la ciudad tanto como a las casas que la componen.
Quienes nos eligen suelen ser personas cotidianas, como nosotros, que buscan darle una vuelta de tuerca a lo de siempre.
Con ellas tejemos un proceso cercano, honesto y humano, donde la arquitectura se convierte en un espejo de quienes la habitan.
En este camino no estamos solos: nos acompañan Raquel y Andrea,compañeras imprescindibles que suman sensibilidad, energía y visión al estudio. 





Juntas, nuestras cuatro miradas se entrelazan para dar forma a proyectos que hablan de lugares y de personas, de lo tangible y de lo invisible.
Creemos en una arquitectura que no se impone,
sino que acompaña.
Una arquitectura que no grita,
sino que susurra.
Que se construye con materia, pero también con intención, con memoria y con futuro. 





